La hepatitis C es una infección sanguínea crónica prevalente que afecta aproximadamente al 2 por ciento de los adultos en los Estados Unidos. Puede provocar una morbilidad y mortalidad graves, incluidas cirrosis y carcinoma hepatocelular. En esta guía completa, exploraremos el diagnóstico, tratamiento y manejo de la hepatitis C, brindando información valiosa para los profesionales de la salud y las personas que buscan información sobre esta afección.
¿Qué es la hepatitis C?
La hepatitis C es causada por el virus de la hepatitis C (VHC), un virus de ARN monocatenario. Se transmite principalmente por exposición percutánea a sangre infectada. Las fuentes de transmisión más comunes incluyen la exposición a productos sanguíneos antes de las pruebas de rutina, el uso compartido de agujas contaminadas entre usuarios de drogas inyectables y la reutilización de equipo médico no completamente esterilizado.
Hay nueve genotipos genéticamente distintos del VHC, siendo el genotipo 1 el más prevalente en los Estados Unidos. La infección crónica por VHC puede provocar cirrosis en aproximadamente entre el 10 y el 20 por ciento de los pacientes, lo que aumenta el riesgo de complicaciones como hipertensión portal, ascitis, hemorragia y carcinoma hepatocelular.
Diagnóstico de hepatitis C
La detección temprana de la hepatitis C es crucial para una intervención y un tratamiento oportunos. El Grupo de Trabajo de Servicios Preventivos de EE. UU. recomienda realizar pruebas de detección dirigidas a personas con mayor riesgo de infección, como los consumidores de drogas inyectables y las personas nacidas entre 1945 y 1965. Las pruebas de detección implican el uso de un inmunoensayo enzimático para detectar anticuerpos contra el VHC, seguido de pruebas confirmatorias como la ensayo de inmunotransferencia recombinante y reacción en cadena de la polimerasa (PCR) del ARN del VHC cuantitativa.
Es importante tener en cuenta que una prueba de anticuerpos del VHC positiva requiere más pruebas de confirmación, ya que pueden producirse falsos positivos en poblaciones de bajo riesgo. Las pruebas cuantitativas de carga viral son esencial para evaluar la respuesta a la terapia y orientar decisiones terapéuticas. El objetivo de la terapia es lograr una respuesta virológica sostenida, definida como la presencia indetectable del VHC mediante PCR seis meses después de finalizar el tratamiento.
Opciones de tratamiento para la hepatitis C
La terapia estándar para la hepatitis C crónica incluye interferón pegilado y ribavirina. La duración del tratamiento depende del genotipo del VHC: los genotipos 1 y 4 requieren 48 semanas de tratamiento y los genotipos 2 y 3 requieren 24 semanas. Las tasas de respuesta virológica sostenida varían dependiendo de varios factores, incluido el genotipo del VHC, la carga viral y las características del paciente.
En los últimos años, se han desarrollado terapias más nuevas, incluidos inhibidores de proteasa y agentes antivirales de acción directa. Estos regímenes ofrecen mayor eficacia, seguridad y tolerabilidad en comparación con la terapia tradicional. Se están investigando regímenes multimedicamentosos en combinación con interferón pegilado y ribavirina y se muestran prometedores para futuras opciones de tratamiento.
Manejo y complicaciones de la hepatitis C
El tratamiento eficaz de la hepatitis C crónica va más allá de la terapia antivírica. Las modificaciones del estilo de vida, como abstinencia de alcohol son cruciales para ralentizar o detener la progresión de la fibrosis y prevenir el desarrollo de cirrosis. Los fármacos hepatotóxicos deben evitarse en pacientes con infección crónica por el VHC y cirrosis.
Se recomienda la vigilancia del carcinoma hepatocelular en pacientes con infección crónica por VHC y cirrosis. Si bien la vigilancia por ultrasonido tiene limitaciones para detectar el carcinoma hepatocelular en etapa temprana, ha demostrado eficacia para identificar tumores en personas con mayor riesgo. Es necesaria una estrecha vigilancia de la función hepática, el hemograma completo y la función tiroidea durante y después del tratamiento para evaluar la respuesta al tratamiento y controlar los efectos adversos.
Conclusión
La hepatitis C es un importante problema de salud pública que afecta a millones de personas en todo el mundo. El diagnóstico temprano, el tratamiento adecuado y las estrategias de manejo integrales son esenciales para mejorar los resultados de los pacientes y reducir la carga de esta infección crónica. Con la investigación en curso y los avances en las opciones de tratamiento, el pronóstico para las personas con hepatitis C continúa mejorando. Al crear conciencia, aumentar el acceso a los exámenes de detección y brindar intervenciones efectivas, podemos lograr avances significativos en la lucha contra este problema de salud global.